
Una mujer sentada en un trono, sostiene una espada quebrada en su mano derecha mientras sostiene con su izquierda al hijo de un delincuente, que lacta directo de su pecho. Aunque lleva una venda, ésta se mantiene por sobre su ojo izquierdo para poder ver y recibir dineros provenientes del terrorismo, la delincuencia y la corrupción, que le ayudarán a interpretar “correctamente” y aplicar la ley en forma ecuánime.
A sus pies un terrorista le brinda sus agradecimientos, mientras un oscuro personaje se retira luego de haberle dejado un ofrenda. Al fondo un retrete recibe los dineros que financian sus servicios y con los cuáles se paga las defensorías públicas de los criminales que son indultados a través de la puerta giratoria que se esconde detrás del trono.
Es la carta Nº VIII y en nuestro caso en particular como país, es un arcano marcado por lo negativo, dada la subordinación del poder judicial al ejecutivo, lo que le resta total y absolutamente su autonomía. Significa, entre otras cosas, falta de criterio e iniciativa. Indica desorganización y corrupción. Nos advierte del peligro inminente de ser traicionados, utilizados o engañados.
Invertida: Es la estabilidad y orden, lo que conlleva a un estado de armonía con la naturaleza y los demás. Crecimiento, desarrollo. Ecuanimidad.
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